¿Es buena idea prestar dinero a una amiga? "Le dejé 400 euros y no la volví a ver"

1 de cada 5 personas admite haber perdido alguna amistad tras un préstamo
Señales de que una amistad se está acabando: "En estas relaciones importa el presente, el aquí y ahora"
Ya se sabe que mezclar placer y negocios no es lo más recomendable, pero ¿se aplica la máxima a la mezcla de amistad y dinero? En concreto, ¿es buena idea prestar o pedir prestado dinero a amigas o la cosa suele salir mal? El mismísimo William Shakespeare alertaba sobre la situación en Hamlet: “el que presta suele perder a un tiempo el dinero y el amigo”, decía uno de sus personajes.
En esa situación se vio Antía cuando era veinteañera y le dejó 400 euros a la que por entonces era su mejor amiga. “Sacrifiqué unas vacaciones de Semana Santa para que ella llegase, supuestamente (viviendo con sus padres y trabajando por cuenta ajena) a fin de mes (yo, de alquiler). Se fue con ese dinero a Londres mientras yo me quedaba en casa mirando al techo durante los festivos, sin un duro ni para unas cañas. Nunca recuperé la pasta. Nunca la volví a ver”, cuenta todavía indignada casi veinte años después.

Lo que más le dolió no fue tanto que no le devolviera el dinero (que también, porque era una época en la que iba muy justa), sino que lo usase para viajar (con otra amiga, además). Su experiencia y valoración de lo ocurrido coincide con una de las conclusiones de un estudio publicado en 2023 en el Journal of Consumer Society: las personas que prestan dinero suelen mostrar mayor enfado cuando los destinatarios de ese préstamo lo gastan con fines hedónicos. Es decir, lo usan para irse de vacaciones, por ejemplo, y no para comer o pagar facturas.
Aunque Antía dice que sí que quedó “algo tocada” tras la experiencia, ha prestado dinero a otras amigas en otras ocasiones (siempre se lo han devuelto) y también ella lo ha pedido. También Marisa, que prefiere compartir su nombre real, ha dejado dinero a amigas que lo necesitaban, aunque confiesa que no le gusta mucho hacerlo porque tiene “un pequeño traumita” con el tema. Aun así, si es necesario y puede, no lo duda. Recuerda a una amiga a la que le pagó en su momento la renovación del carné de conducir. “No fue un préstamo porque no me lo tenía que devolver. Y luego le conseguí un curro y ahora puede pagarse la vida”, aclara.
Cuándo sí y cuándo no prestar
Aunque se trata de un tema delicado al que nadie le gusta tener que enfrentarse, lo cierto es que acabar prestándole dinero a una amistad es algo bastante común. Según un informe de Bread Financial, un 57% de las personas encuestadas había tomado prestado dinero de amigos en alguna ocasión, especialmente para pagar facturas (un 63%). De ellos, un 30% admitía no haber devuelto nunca el importe que les habían dejado. Por otra parte, un 21% de los encuestados había perdido alguna amistad por culpa de esos temas y un 26% sentía que era “financieramente incompatible con sus amigos”.

Cuando se trata de cantidades importantes, es fundamental conocer bien la situación de la persona que te pide el dinero y, en general, por qué lo necesita. Si se ha llegado a esa necesidad por derrochar de forma absurda o no saber manejar el dinero, la consultora y formadora en educación y planificación financiera Coral Prous recomienda, o bien no hacer el préstamo, o bien pensar en él como una donación. “Es posible que no vuelvas a ver ese dinero”, avisa. Hay que hacer lo mismo que cuando se invierte. “¿Qué tienes que invertir? El dinero que sabes que no vas a necesitar. Esto es lo mismo: tú puedes prestar un dinero si sabes que no vas a necesitar”, señala.
En su caso personal, Prous asegura que cuando alguien se le acerca con esa necesidad, lo que hace —deje o no el dinero— es ayudar a la persona para que no le vuelva a pasar, formándola en educación financiera. “A todos nos puede pasar una desgracia, pero si tienes un fondo de emergencia o no vives por encima de tus posibilidades, es menos probable que te veas en esa situación”, explica.
Cómo evitar que el dinero enturbie una amistad
Pedir dinero prestado no suele ser fácil. Implica admitir una situación de vulnerabilidad, sentir que a lo mejor la otra persona se siente obligada y exponerse a una incómoda negativa (o a una época en la que se debe una cantidad). A quién se le pide depende de nuestra situación personal y vital y de nuestras relaciones. Antía, por ejemplo, cuenta que de veinteañera prefería pedírselo, si lo necesitaba, a alguna amistad antes que a sus padres, para que no supieran que “no era tan autosuficiente como ellos creían”. Ahora, en cambio, prefiere recurrir a su familia que a amigos. “Depende también de la capacidad económica de cada casa. Yo ahora tengo un trabajo estable, que no tiene un salario muy grande, pero que más o menos me da. Mis padres están a punto de jubilarse, tienen buenos salarios y una vida más acomodada. Me da mucho menos pudor pedirles pasta a ellos para los brackets de mi hija que pedírsela a mis amigos que, con 40 años, tienen una situación tan precarizada como la mía”, reflexiona.

¿Por qué a veces nos cuesta hablar de dinero con personas aparentemente cercanas? Pensando en los casos en los que alguien prefiere decir que no puede ir a un plan por un tema de fechas que admitir que no se lo puede permitir, la psicóloga Marina Fernández, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, señala que depende del entorno, de la relación y de la importancia que se le dé al poder económico. “Si el dinero no os define, será más fácil hablar de él o comentar que por motivos económicos no harás esa actividad, sin que suponga diferencia a hablar de otros temas o motivos”, asegura.
Por último, lo importante: ¿cómo no acabar entre ese porcentaje de personas que ven cómo una amistad se estropea o desaparece por culpa de haberse (o no) prestado dinero? A la persona que recibe la petición, la psicóloga le recomienda mostrarse siempre empática y ofrecer ayuda: aunque no se pueda ofrecer dinero, demostrar que se está ahí para acompañar en esa situación complicada. Por otra parte, si se decide dejar el dinero, “es importante, en algunos casos, darlo como regalado, es decir, darlo por perdido, anteponiendo la relación, si puedes permitírtelo y crees que quien que te lo pide tendrá complicado devolverlo. De esa manera, aseguras que tu relación no se haya visto afectada por la petición”, expone.
Si eres quien necesita el dinero, es recomendable “conocer a la persona a quien se lo pides y conocer cómo funciona ante este tema”, asegura Fernández. Asimismo, hay que tener en cuenta también que nos pueden decir que no y estar preparada para recibirlo. Debemos saber que “prima tu relación con esa persona y el respeto a sus decisiones, que no tienen por qué coincidir con las tuyas ni gustarte”, concluye la psicóloga.