Los looks de primavera de las parisinas con más estilo también se llevan en España: ideas para inspirarte

El estilo de la mujer parisina sigue siendo el misterio no resuelto de la moda. Se trata de ese ‘je ne sais quois’ del que todo el mundo habla y nadie sabe exactamente qué es, pero con el que consiguen llevar a otro nivel la ropa que usa el resto del mundo.

Para vestir como una parisina no es necesario calarse una boina, cortarse el flequillo y llevar una baguette bajo el brazo, lo imprescindible es tener un armario lleno de básicos con prendas de calidad y saber integrar las tendencias con discreción.

Menos es más. Esa es la frase que debes repetirte como un mantra si quieres conseguir que tu look se parezca al de la mujer parisina. Menos color, menos maquillaje, menos tacón, menos logos y más actitud.

Parece fácil pero lo cierto es que no lo es, porque el chic parisino no es sólo la ropa que te pones, influyen también el cómo y el con qué te la pones. Los looks de primavera de estas francesas te ayudarán a encontrar el estilo parisino que hay en tu armario.

Los pantalones vaqueros son uno de esos básicos que no falta en el armario de las parisinas. El gran secreto de las francesas es encontrar el modelo que mejor les sienta, ni demasiado anchos ni excesivamente estrechos, y saber combinarlos de la manera adecuada. Una camisa romántica y unos zapatos muy femeninos pueden ser una opción muy parisina.

Las parisinas han encontrado un gran aliado en los vaqueros de talle alto que combinan igual de bien en clave masculina como femenina. Entre sus apuestas favoritas está incluir en sus looks un detalle de aire retro, en este caso las sandalias con suela de madera, pero puedes recurrir a un bolso rígido, una joya antigua o cualquier detalle que parezca rescatado del armario de tu madre.

Uno de los trucos más reconocibles de las francesas es la habilidad que tienen para conseguir estilismos de lo más actuales con vestidos camiseros. De nuevo se trata de un básico que combinan en primavera con sandalias de tacón sensato o con alpargatas de cuña, al más puro estilo Riviera Francesa. Un canasto o un minúsculo bolso bandolera servirán para completar tu look parisino.

Aunque a veces se permiten ciertas licencias, las francesas suelen contenerse con el color. El negro, el blanco y el azul marino son su paleta básica de color, aunque algunas pinceladas de rojo (especialmente en los labios) siempre es bienvenida.

Fuera del marino, el blanco y el negro, si vas a apostar por el color evita las estridencias, los brillos y los tonos flúor. Las parisinas prefieren tonos mucho más relajados y tratan de no seguir las reglas en cuanto a la manera de combinarlos. Verde menta y rojo coral o celeste y amarillo pálido son apuestas arriesgadas con las que ellas arriesgan y ganan.

A este look le sumas una baguette y ya tienes el cliché completo de una parisina: pantalón negro, camiseta blanca, mocasines y una clásica gabardina beige. Las mejores armas de las francesas están en su fondo de armario que construyen a base de buenas piezas entre las que siempre encuentras una serie de básicos: una chaqueta masculina, una gabardina clásica, unos vaqueros, un vestido y un pantalón negros, camisa y camiseta blancas y unos mocasines.

Las parisinas son unas maestras en el arte de incorporar prendas del armario masculino en sus estilismos para conseguir un resultado de los más femenino. Una camisa de rayas clásica puede ser el complemento perfecto para un vestido lencero o una falda midi. Basta con anudarla a la cintura para conseguir un toque chic y diferente.

Si hay una cualidad de las parisinas que destaca por encima de todas es su naturalidad a la hora de construir sus estilismos. Aunque vayan muy estudiados, todo parece improvisado y casual. La razón es que sólo eligen prendas que las hacen sentir cómodas y con las que se ven favorecidas, pero por encima de todo, el secreto está en su maquillaje casi ausente (al menos aparentemente): no a las pestañas postizas, no al contouring, ni al perfilador y ni al eyeliner de estilo cat-eye. Este es el truco que diferencia a las parisinas del resto de las mujeres del planeta.