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Álex Rovira, experto en bienestar emocional, tajante: "El cuerpo pega gritos que pueden ser avisos o despedidas"

Dos mujeres sonrientes en un campo otoñal y abajo, a la izquierda, Álex RoviraPixabay/Vikkibilan y cortesía de Arpa Talks
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¿Qué elementos de nuestro entorno nos influyen en la felicidad o en la infelicidad? ¿Qué nos impide ser felices? ¿El dinero da la felicidad? ¿La quita la falta del mismo? ¿Cómo nos afecta la sociedad a nivel individual en nuestra manera de ser y de comportarnos? En el pódcast de Arpa Talks que conduce Álvaro Palau Arvizu, cofundador de la editorial Arpa, este conversa sobre muchos de estos asuntos con Álex Rovira, experto en bienestar emocional, conferenciante y escritor de libros superventas como ‘La brújula interior’ o ‘La buena suerte’. 

La importancia de la salud en la felicidad

La salud física es muy importante” para tener una vida buena, responde Rovira a su interlocutor. “Hace dos años viví un cáncer y me reventaron tres hernias discales”, confesaba. “Ahí te das cuenta de que hay que cuidar el cuerpo”. “Sin obsesionarnos, es importante cuidarnos”, explica. “Porque al final el cuerpo pega gritos que pueden ser avisos… o pueden ser despedidas”, concluye.

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En relación con los cuidados, Rovira reconoce que, poco a poco, la sociedad va conectando el bienestar del alma con el del cuerpo, algo que no se relacionaba hasta hace relativamente poco. “Con dolor no puede haber felicidad”, comenta, citando a Rogeli Armengol. “Yo he tenido dolor físico crónico y he caído en depresión severa”, confiesa. “Que no te hablen de felicidad si no puedes ni sentarte en la taza del váter ni entrar en un coche ni bajar una escalera”. Pero va más allá: “Con dolor físico no puede haber felicidad, con dolor moral no puede haber felicidad, con dolor emocional no puede haber felicidad”.

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Álex Rovira también se lleva la infelicidad a un tema que está de plena actualidad: la infelicidad cada vez mayor entre los jóvenes. “¿Cómo va a ser feliz un joven si no puede ni comprar una vivienda, si le pagan una m***da de sueldo después de haber hecho una carrera y un posgrado, si se tiene que ir al extranjero para que lo valoren?”. “En la vida tienes lo que eres capaz de negociar, no lo que mereces”, reflexiona.

Cambiar lo colectivo para transformar lo individual (y viceversa)

El experto también destaca en la entrevista la importancia de “valores convertidos en hábitos que pueden devenir virtudes” a la hora de mejorar colectivamente como sociedad, de hacernos bien unos a otros. Y destaca algunos de estos hábitos o valores que, aplicados desde lo individual, pue: “Hablemos de amabilidad, del civismo, de la responsabilidad, de la gratitud, del perdón, del diálogo”.

También menciona Rovira la teoría de las ventanas rotas que Philip Zimbardo, un psicólogo estadounidense, formuló en 1969. ¿En qué consiste dicha teoría? Zimbardo hizo el siguiente experimento: colocó dos coches idénticos, ambos sin matrícula y con las puertas abiertas, en dos barrios socioeconómicamente opuestos, el Bronx y Palo Alto. El del Bronx fue rápidamente desvalijado, mientras que el de Palo Alto estuvo intacto hasta que Zimbardo le aplicó nuevos signos de abandono, momento a partir del cual sufrió el mismo destino que el coche del Bronx.

Esta teoría de la criminología demuestra que los signos visibles de desorden fomentan el caos y la delincuencia, y se aplica también al comportamiento social: cuando se permite el incumplimiento de dichas normas o hábitos, se tiende a incrementar esta actitud anticívica. “Si ves algo roto y no lo reparas estás mandando este mensaje al mundo: ‘Podéis meter mano”. Así se explica el experto en bienestar emocional cómo el incivismo en los espacios comunes contribuye a una creciente transgresión de las normas, a fomentar el desorden, lo que nos afecta en el plano individual. Aquí, Rovira menciona un aforismo de Galeano para recordar que las decisiones que vamos tomando transforman nuestra identidad: “Somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”. De hecho, el experto demuestra que él recoge lo que ve tirado para depositarlo en el contenedor que corresponde: “No soporto ver una lata. No soporto ver una colilla”, dice, mientras muestra las bolsitas que siempre van con él para poder quitar basura de las calles. “Es como si entraran en el recibidor de mi casa, vomitaran y se fueran”.